Antecedentes
históricos de la Estimulación Temprana.
La
existencia del ser humano depende no solo de lo que trae consigo, sino también
de lo que el medio sea capaz de brindarle a través de los estímulos.
El término estimulación que tiene sus orígenes en
brindar estímulos al niño pequeño es tan viejo como el surgimiento de la
humanidad.
Los
estímulos en este ámbito pudieran considerarse todos aquellos que tienen un
impacto sobre el ser humano que producen en él una reacción, es decir, una
influencia sobre alguna función y que pueden ser de diferentes índoles
externas, internas, algunas físicas, otras afectivas, Ejemplo: mamar, una
caricia, el silencio, una mirada, el dolor, el agua sobre la piel, el sol, la
risa y la sonrisa, un juguete, la tristeza, el frío. Todos los objetos y seres
vivos constituyen estímulos.
La
estimulación temprana de los niños con alguna discapacidad, aunque tiene un
surgimiento contemporáneo, sus primeros intentos pueden enmarcarse en las
primeras décadas del siglo XIX cuando Johann Heinrich Pestalozzi (Suiza) en su
libro “De cómo Gertrudis educa sus hijos” (1801) y Freidrich Fröbel en Turingia
en cartas dirigidas a las mujeres de Keilhau, orientaban a las madres para que
organizaran la educación de sus hijos de una manera más consciente.
En
el año 1843 el educador franconés Johann Baptist Graser recomendaba a las
madres de niños sordos de primera infancia la educación temprana del habla.
Concedía una importancia extraordinaria a la colaboración de las madres en la
estimulación temprana, recomendaba que los niños pequeños
sordos
vivieran su niñez en la casa paterna y no en la escuela para sordomudos que se
hallaba generalmente muy distante. El principio de la colaboración de las
madres en la estimulación temprana ha transcendido hasta la actualidad
considerándose entre los indicadores para lograr la efectividad de la misma.
Los
estímulos en consecuencia deben estar presentes en la cantidad, la calidad y el
momento adecuado; la hiperestimulación, la estimulación fluctuante y la
estimulación a destiempo son tan nocivas para los sistemas funcionales como la
sub-estimulación misma (Wernicke 1986).
En sus orígenes la atención estaba destinada a niños que presentaban una patología específica, como por ejemplo, Síndrome de Down, progresivamente va ampliando sus alcances a niveles de detección y prevención de situaciones de riesgo que pudieran incidir negativamente en el desarrollo de los niños en la primera infancia, delimitando su franja poblacional a los menores comprendidos desde el nacimiento hasta los seis años de edad.
A
pesar de estos esfuerzos por parte de los educadores, la estimulación temprana
solo se realizó en casos aislados y no es hasta el presente que se generaliza
en los diferentes países en el marco de los Sistemas Educativos y de Salud. Las
causas del desvanecimiento de estos esfuerzos pudieron ser muchos, pero los más
abordados por la literatura son:
- No había madurez suficiente ni entre pedagogos
ni médicos para semejante esfuerzo.
- Se creía que los niños discapacitados de primera
infancia no estaban maduros para alcanzar una educación sistemática hasta
tanto no alcanzaran la edad escolar.
- En el caso de los niños con discapacidad eran
del criterio que sólo los profesionales entendidos podrían obtener algún
provecho.
- Se desconfiaba de la capacidad de los padres,
incluso de las madres para lograr algo en la complicada educación de sus
hijos discapacitados.
En
el siglo XX se inicia la estimulación temprana de forma relativamente masiva en
Inglaterra y Suecia. En estos países se dio inicio con la estimulación temprana
de niños sordos en la primera infancia y continuaron a éstos otros esfuerzos
similares en otro tipo de discapacidad. En las regiones de habla germana se
inicia en la década de 1950 a partir de las experiencias en los países que
hemos señalado anteriormente.
La
referencia que se posee sobre el surgimiento de la estimulación temprana en
América Latina se ubica en la década del 60 en el ámbito de la salud pública;
en forma simultánea en tres países: Uruguay, Estados Unidos y Argentina, es
este último el pionero en la atención de niños pequeños, posteriormente es
asumida por la totalidad de los países y son innumerables los proyectos y
programas que se desarrollan por diferentes vías o modalidades: así por
ejemplo: los programas no convencionales, como experiencia, es auténticamente
latinoamericana y se iniciaron en Perú en el año 1965, con los años se han ido
perfeccionando y ha transcendido a otras regiones, de igual forma ha variado su
concepción exclusivamente pedagógica a una atención más integral.